sábado, 29 de marzo de 2014

Rojo

De  cabellos castaños rojizos
un poco despeinados
y sonrisa pálida
más que caminar, parecía que flotaba
paseaba por el bosque,
siempre en busca de algo.
Un amanecer rojo como su cabello,
acordes agudos y quedos la llamaron,
convencida de que encontraría lo buscado,
se acercó hasta el más alto de los árboles,
y una mancha roja en el piso la hizo excavar.
Encontró un corazón oscuro, casi duro, pero todavía latiendo,
lo tomó con mucho cuidado;
tenía mucho espacio en el pecho,
queriéndolo anidar, se lo sumergió.
Le cantó todos los días,
bailó como flor mecida por el viento,
voló con las mariposas.
Un día con un atardecer rosado, en parte, otra parte rojo,
pasó por el árbol que dio como fruto su doble corazón,
ahí encontró a un hombre,
sentado, excavando desesperado,
se acercó a él y él preguntó, ¿no encontraste un corazón?
ella asintió con la sonrisa más tímida,
y se lo sacó, rosado, tibio pero fresco,
saltando como niño,
-toma
el hombre se lo puso, le hizo una caravana y se marchó.
Ella sintió el hueco enorme del vacío.

Se derrumbó en el piso, a llorar su renovada y seca soledad.

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