Bueno, pues sigo escribiendo, ya lo he dicho, el principito veía amaneceres, yo escribo. Algún día diré, esa noche estuve tan triste que escribí 40 poemas.
No siempre
es igual de denso el aire
a veces es
delgado
otras se
atora y pasa lento,
creo que
tiene que ver con las estrellas
o con la
luna llena
o el viento,
o con el
recuerdo de tu voz
que empapa,
quizá con
palabras que cortan o rompen
una memoria
tan corta
que se
arruga,
de tanto
que se dobla no se lee
o el carbón
que la escribió no es tan firme
o la tinta
se corrió,
y la tinta
corrida contamina al viento
se mezcla
con el aire que respiro
y lo hace
denso,
y me ahoga
lo
sostengo,
se mezcla
con lágrimas y sangre
que en vez de caer afuera,
que en vez de caer afuera,
salen hacia
adentro,
y terminan
por corromper recuerdos,
que se
distorsionan en la confusión del alba,
del
insomnio,
de los
sueños blancos,
discontinuos,
reflejos.
Tu voz y el primer sol conspiran
para que el
alma no tenga paz
y solo
duerma un sueño intranquilo,
en secreto.
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