No generalizo, pero hay tanta basura tirada por todos lados,
que parece que el pensamiento chatarra es el que se impone.
Existe todavía la inocencia,
pero poca,
en una
realidad tan obvia,
que
cohabita con envolturas y botellas
e ideas
desechables,
entre
pensamientos chatarra,
bolsas de
papas fritas,
que
sobrevivirán ciertamente más que la carne,
vivirán
generaciones,
entre
oleadas de razonamientos reciclados
que se
deshacen al enterrarse.
No hay
mucho qué recuperar,
parece que
el habla
no se
alimenta de sentimientos profundos,
sino de latas.
Las ideas
desechables no se sustentan,
se
extinguen,
mientras
las bolsas de plástico pintarán carreteras
desiertos,
mares, calles, jardines, parques,
basureros
lejanos.
Estarán
para siempre
mientras
dure un pueblo
que no
tiene reglas,
o
sentimientos,
sí mucha televisión,
y castas.
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