Sigo el
brillo inocuo de la estrella del norte
buscando
respirar el aire que exhalaste hace tres siglos,
porque
reconocería tu esencia
aunque sólo
se asomara sigilosa
escondiéndote
de mi obsesión.
Camino sin
piedad de mi cansancio
que va
dejando huellas que tengo que borrar.
Con la
duda de que los presentimientos sean buena guía
y que la
estrella del norte dé los signos
para encontrarte
volteando al cielo.
Pintaré
más negra la noche
para
atrasar otros tres siglos el amanecer
y la
estrella no desaparezca.
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