Te quiero
para que el cielo no se seque
ni las
flores se destiñan
o se
despedacen,
para que el
corazón no se resigne con latir despacio
o por
costumbre,
se le
desprenda el polvo...
y no
volverme un fantasma,
lamentando ser
cobarde,
escondida
para no estrujarse
para no
sentir fuerte.
Te quiero
desde tus entrañas,
y tu espíritu,
para dar
gusto al destino,
que no se
enoje y se vuelva maléfico.
Sólo queriéndote
no se extinguirá mi alma
ni se
derrotará mi corazón.
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