viernes, 3 de enero de 2014

Mini cuentecillo: extraño helado, versión 3.

Me cubrió la niebla
y me guié por el brillo de tus ojos
que solo imaginé,
vi ventanas
alcancé a distinguir mesas con velas,
y pianos tocando villancicos,
y voces agudas, trémulas,
y yo entonando el fantasma de la ópera,
pedaleando sin aire en calles de subida,
guardando tranquilidad para las bajadas,
sintiendo el viento más helado que pudiera existir
sobre mi cara,
dejé de sentir la nariz,
y la piel seguro estaría morada,
solo las manos tenían guantes,
las orejas y los labios se destrozarían a la llegada,
pero llegarían de igual forma,
aunque tuviera que quitarme algunas piezas con una espátula;
salir a buscarte,
me ha hecho recorrer montañas en medio de la bruma,
y subir faros para ver el mar negro en la madrugada,
tratando de distinguirte en la nada.
Es que extrañarte me hace gastar el tiempo,
en cosas raras,
como contar las lámparas de luz amarilla intensa en los caminos con hielo,
que hacen resbalar las llantas.
En algo debo usar mi tiempo vacío,
que dispone de energía que extraña, y no se apaga.

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