sábado, 30 de noviembre de 2013

Cómo reparar un estómago desbielado

Otro de mis escritos existenciales estilo escritor moderno. 
El lío es que me salen solos, de perdido fumara o algo, así dejaría de fumar y dejaría de pensar en esto, pero no... buaaaaa... por cierto, la palabra desbielado, que viene de biela... no existe... no sé ni cómo se dice en inglés... no sé cuál es la palabra original...

El amor y el desamor se piensan en las neuronas,
se sienten al principio en el pecho
se recorren al estómago
y ahí se quedan.
La relación con la vida,
buena o mala,
su levedad o pesadez
se siente ahí mismo,
siempre y cuando haya algo en el cerebro,
se coordina con la falta de aire
o su exceso.
La sensación de abandono y de abandonar y de abandonarse,
todas,
son de la misma víscera.

Pobre, cómo repararlo cuando se desbiela,
o se afloja
o se acobarda.
¿Con un té?
cantándole,
o le recordamos que cuando nació
                                                  nada le preocupaba
y que su individualidad era lo único que importaba.

Larga charla demanda un músculo averiado.
Muchos ungüentos, flores
y caricias blandas.

Arrancarle la imaginación si es preciso,
que se quede en la cabeza.
Que no estorbe donde no es posible razonar, sólo sentir.

Ese es el problema de ese órgano,
siente y no piensa,
no propone, sólo se aletarga,
y duele, duele mucho,
quizá por falta de aceite,
o de mantenimiento
o de ganas.

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