sábado, 10 de noviembre de 2012

Mini cuento: Una mueca de estilo Mona Lisa, versión 3


Eran tres compañeros desde antaño
reunidos como cada noche de jueves
en el bar centenario
con aspecto de mansión
de ambiente amarillo y tibio
por el calor de su horno de leña siempre encendido
tibio también por sus paredes gruesas de adobe.

Entre más fría y húmeda es la noche
mayor es el magnetismo de la mesa de madera crujiente
que se quiere quedar con los amigos.

Su conversación siempre es la misma:
Los escándalos de los artistas,
lo difícil del tráfico y del clima,
si la amante en turno de un vecino es rubia o castaña,
la voluptuosidad adquirida por las mujeres de la ciudad,
las delicias del internet en las noches de soledad.

Ya casi al terminar la reunión, uno de los tres hizo una pregunta fuera de guión.
¿Cuáles les gustarían que fueran sus últimas palabras,
las más breves y contundentes, antes de morir?

El primero se adelantó: Fui feliz
-eso me gustaría decir.
El segundo siguió: Fui feliz y ayude a otros a serlo
pero el primero argumentó: tuviste que haber ayudado a otros a ser felices para serlo,
así que la frase es la misma y la mía es más breve.
Y el tercero concluyó: Cumplí.
Los otros dos reclamaron:¿cumpliste qué?
Cuando sepa lo que tengo que cumplir y cumpla,
esa palabra será lo mismo o mejor que “fui feliz”.

Ya era hora de partir.
Para un oficinista burgués
de país tercermundista
cada vez era más difícil pagar la cuenta,
pero ninguno lo confiesa nunca.

Los tres se alejaron siguiendo el mismo camino, como siempre,
viendo languidecer la noche,
pero esta vez, en vez de sonrisa de alcohol, su semblante dibujaba una mueca
de estilo Mona Lisa.
Seguramente las palabras que repasaban los tres eran ¿y cómo lo vas a averiguar?
La siguiente vez les parecerá difícil, probablemente vacío, hablar de los sitios superfluos de la red.

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