jueves, 27 de octubre de 2011

Cuento de miedillo... La casa V2

Cuento de acuerdo a la época del año... de miedillo...buuu Dicen que donde hay tesoros enterrados, con los cambios de temperatura de la tierra se producen movimientos del metal que generan vibraciones. Dicen también que en muchas casas antiguas de anchos muros, frescas en verano, calientes en invierno, se escuchan ruidos día y noche, rechinar de puertas, cerrar de ventanas, caer de platos, pero todos los ruidos podrían provenir de los metales enterrados. Los tesoros escondidos podrían explicarse de muchas formas. Probablemente sus dueños murieron solos. En los pueblos no había bancos para guardar su dinero. Puede ser que los hijos se habrían ido lejos y no volvían a despedirse ni para que les dejaran los bienes. Así fue como amasó su riqueza don Apolo, compraba casas solas y viejas en los pueblos, usaba detectores de metales, y en unos cuantos días encontraba algún tesoro. De pasada remodelaba la casa y la vendía para que se usara como restaurante o boutique, si es que el pueblo era turístico, si no, la dejaba como la había encontrado, pero sin su tesoro. Un buen día compró una casa que había estado abandonada por cien años, le atrajo tanto por los ruidos que emitía que decidió habitarla, al menos por algunos días, pensó que esta vez el tesoro sobrepasaría los anteriores, a lo mejor con este se retiraba. Él mismo emprendería la búsqueda. Sobre la casa corrían leyendas, como él no era oriundo del pueblo la historia no la conocía, ni le interesaba. La primera noche oyó ruidos en la cocina, pero no sólo ruidos de platos, sino regaños a algo que podría ser un gato o un perro. Corrió para ver qué pasaba, un pequeño espejo arriba del cántaro de agua fresca pareció reflejar algo. Las casas guardan sus historias, pensó. Al día siguiente comenzó la búsqueda, no llamó a su gente, la haría él mismo, no quería compartir con nadie sus hallazgos. Buscó en un cuarto, luego en el otro, sentía que al pasar frente a un espejo el espejo le llamaba, era curioso, la casa no tenía luz eléctrica, prendía velas y se apagaban por ráfagas de viento de las ventanas que se abrían solas. Con la oscuridad, él pensaba, mi reflejo cambia un poco, me veo un tanto distinto. Pasó una noche y otra, las conversaciones ya le eran familiares. Cada espejo guardaba un personaje. Todos charlaban con él, también charlaban entre sí. No encontraba ningún tesoro, de hecho ya ni lo buscaba. Don Apolo ya era parte de la casa. Uno de los espejos se parecía un tanto a él. Pasó un mes, y otro mes. Su esposa se preocupó. Siguió su pista y preguntando por aquí y por ahí dio con el pueblo y ahí encontró la casa. Los vecinos le advirtieron, no entre, esta casa se come a quienes la habitan, los guarda en los espejos. La mujer sonrió y entró, no encontró a su esposo pero sí sus pertenencias, por aquí debe andar, a algún pueblo cercano habrá ido, aquí lo esperaré. Eventualmente aparecerá.

6 comentarios:

  1. Excelente cuento!! Me gustó mucho! Sobre todo el hecho de tener un final misterioso :D. Saludos!

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  2. Me encanto el cuento, muchas gracias.

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  3. Muy bueno Norma!!!!! Hasta donde yo se, los espejos son puentes a otras dimensiones.

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  4. Buenísimo!!! recordando las historias de los abuelos

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